La alfabetización tecnológica marca dos grandes
visiones sobre el papel que desarrollan las nuevas tecnologías en la sociedad
contemporánea:
1. Las nuevas tecnologías pueden constituir un factor
más de exclusión que se suma a los factores clásicos (edad, pobreza,
alfabetización...). Por lo tanto, las TIC pueden agravar problemas
preexistentes.
2. Las nuevas tecnologías pueden ayudar a superar
algunas de las exclusiones “tradicionales”, ya que favorecen nuevas formas de
aprendizaje y pueden beneficiar particularmente a grupos sociales alejados de
la enseñanza tradicional.
En cuanto a los procesos de aprendizaje, obviamente
las nuevas tecnologías movilizan una cierta diversidad de procesos cognitivos.
Por ello es más fácil que un sistema multimedia se adapte a estilos de
aprendizaje particulares. Esto favorecerá a una mayor diversidad de alumnos y
puede promover un acceso al conocimiento más homogéneo. Adicionalmente, tal y
como destaca el profesor Tony Bates, “los sistemas multimedia permiten una construcción
mental más rica que el texto linear clásico”.
Algunas características de las nuevas tecnologías
parecen favorecer su papel inclusivo.
Muchos proyectos de e-learning trabajan en entornos
informales e introducen aspectos lúdicos; a menudo se incluyen modelos
participativos basados en juegos y simulaciones; la diversidad de recursos (textos,
animaciones, vídeos…) estimulan diversos estilos de aprendizaje. Pero para que
puedan jugar su papel inclusivo, es necesario que el acceso a las nuevas
tecnologías se produzca en el entorno adecuado, del que desde luego carecen los
colectivos excluidos.
En determinados
contextos parece claro que las nuevas tecnologías pueden ayudar a distribuir
mejor el conocimiento. La información seguirá teniendo tendencia a acumularse
sobre sí misma, pero las TIC pueden favorecer que las unidades menos favorecidas
estén más irrigadas de información. Y es muy posible que puedan ayudar a homogeneizar
los ritmos de aprendizaje.
Pero para ello se requiere la existencia
de unas condiciones mínimas de acceso, a partir de las cuales las TIC pueden
ayudar a romper el obstáculo de la falta de motivación y de la poca información
previa. Cuando el problema de marginalidad es importante y no existen unas
mínimas condiciones de acceso a los sistemas informáticos, las nuevas
tecnologías potencian la marginalidad existente añadiendo un nuevo elemento de
exclusión.
¿Cómo evitar el lado negativo de las TIC
y potenciar su aspecto positivo? Se trata de garantizar la igualdad en las
condiciones de acceso, algo que tiene mucho más que ver con la alfabetización
mediática que con el acceso a la tecnología. En los próximos años seremos testigos
de multitud de proyectos en este sentido. De hecho empiezan a haber tantas iniciativas
que el proyecto E-learning for Inclusion ha elaborado una taxonomía propia: una
Biblioteca Digital en la que reúne numerosos proyectos clasificados por el tipo
de problema de inclusión y por la solución que aportan.
En definitiva, creemos que el número de
proyectos cuyo objetivo es lograr la inclusión digital va a crecer en los
próximos años. El reto es aprender suficientemente de ellos para poder diseñar
un marco de conocimiento estructurado. Hay que potenciar mucho la investigación
sobre los factores de exclusión y sobre las características de los diversos grupos
sociales excluidos.
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